De Dogecoin a Pepe: la evolución de las memecoins en 5 etapas

En el caótico universo de las criptomonedas, donde los mercados se mueven a velocidad de meme y las fortunas cambian de manos con un tuit, las memecoins se han convertido en el símbolo perfecto de la cultura digital moderna. Lo que comenzó como una broma inocente en 2013, terminó convirtiéndose en un movimiento multimillonario que combina humor, comunidad y especulación a partes iguales.

Este es el viaje de las memecoins: de Dogecoin a Pepe Coin, contado en cinco etapas que reflejan no solo la evolución del mercado cripto, sino también la forma en que Internet transformó el valor en un fenómeno social.


Etapa 1: El nacimiento del meme monetario (Dogecoin y la ironía del dinero, 2013–2016)

Todo comenzó en diciembre de 2013, en plena fiebre de Bitcoin. Miles de nuevas criptomonedas aparecían cada semana, muchas prometiendo revolucionar la economía global.

En medio de ese ruido, Billy Markus y Jackson Palmer, dos ingenieros aburridos del hype, decidieron crear algo diferente: una criptomoneda basada en un meme de un perro Shiba Inu con frases en inglés mal escritas, típicas del humor de Internet. Así nació Dogecoin (DOGE).

No había grandes promesas tecnológicas ni una hoja de ruta ambiciosa. Solo un chiste compartido entre programadores: “¿Y si hacemos una moneda que sea divertida y accesible?”

Lo que nadie esperaba es que la broma funcionara. Dogecoin se convirtió rápidamente en una moneda querida por la comunidad de Reddit, que la usaba para dar propinas digitales, apoyar causas benéficas y patrocinar incluso al equipo jamaicano de bobsleigh para los Juegos Olímpicos de Sochi.

En una época donde Bitcoin empezaba a verse como “serio”, Dogecoin era el lado amable y juguetón del criptoespacio. Era dinero… pero con una sonrisa.

“Dogecoin nació de un meme, pero representa la idea de que las finanzas también pueden ser divertidas”, diría más tarde Billy Markus.

Aunque el precio era mínimo, Dogecoin sentó las bases de algo nuevo: el valor emocional y comunitario podía tener tanto peso como el valor técnico.


Etapa 2: El despertar de las comunidades (2017–2020)

Tras varios años de relativa calma, el mundo cripto volvió a estallar en 2017 con el auge de las ICOs y Ethereum.
Dogecoin, casi olvidada, sobrevivía gracias a su pequeña pero leal comunidad.

Sin embargo, algo importante ocurrió en esos años: la cultura meme se convirtió en el lenguaje dominante de Internet.
Twitter, Reddit y Telegram se llenaron de humor viral, gifs, y símbolos compartidos que definían identidades digitales.

Las criptomonedas, que siempre habían dependido del entusiasmo comunitario encontraron en los memes una herramienta perfecta de comunicación.
Los usuarios no necesitaban entender la blockchain: bastaba un símbolo reconocible, un chiste compartido y una comunidad apasionada.

Fue el caldo de cultivo ideal para lo que vendría después.


Etapa 3: El ascenso de Shiba Inu y la era del hype masivo (2020–2021)

En agosto de 2020, en plena pandemia y auge de las inversiones minoristas, apareció un nuevo contendiente: Shiba Inu (SHIB).
Su creador, un anónimo bajo el nombre “Ryoshi”, lo describió como “el asesino de Dogecoin”.

Pero a diferencia de su predecesor, Shiba Inu no quería ser solo una broma: tenía una estrategia de marketing inteligente, una comunidad autoproclamada ShibArmy y un plan para crear su propio ecosistema con ShibaSwap, NFTs y metaverso.

El resultado fue un fenómeno sin precedentes: millones de pequeños inversores comprando miles de millones de tokens baratos, soñando con “convertirse en millonarios” si SHIB llegaba a valer un centavo.

Las redes sociales se llenaron de memes, historias de “pobres a ricos” y desafíos virales. El valor de Shiba Inu se disparó más de 40 millones por ciento en un año, convirtiendo a algunos afortunados en millonarios y consolidando la idea de que las memecoins no eran una moda pasajera: eran un fenómeno social y cultural.

Los exchanges comenzaron a listarlas, los analistas tuvieron que reconocerlas y hasta los medios tradicionales hablaban de ellas.

Lo que empezó como humor ahora movía miles de millones.

La era del hype había comenzado.


Etapa 4: De la broma a la identidad (Dogecoin, Musk y la cultura del meme financiero, 2021–2022)

Si 2020 fue el año del auge de Shiba Inu, 2021 fue el año de Dogecoin y Elon Musk.
El CEO de Tesla se autoproclamó el “Dogefather”, tuiteando constantemente sobre la moneda y provocando saltos de precios instantáneos.

Cada mención suya en Twitter hacía que DOGE se disparara.
Los memes de cohetes y lunas (“to the moon 🚀”) se convirtieron en el grito de guerra de toda una generación de traders minoristas.

Dogecoin pasó de valer fracciones de centavo a superar los 0,70 USD, alcanzando una capitalización de mercado de más de 80.000 millones de dólares.

Era una locura colectiva, pero también un fenómeno sociológico: millones de personas descubrieron las criptomonedas a través de un chiste.
Por primera vez, invertir no era solo un acto financiero, sino también una forma de pertenencia cultural.

El meme se había transformado en identidad digital.

Al mismo tiempo, comenzaron a surgir decenas de nuevas memecoins inspiradas en gatos, ranas, políticos y celebridades. Algunas duraron semanas; otras, horas. Pero el modelo estaba claro: viralidad + comunidad = valor.


Etapa 5: La madurez caótica (Pepe Coin y la nueva generación de memecoins, 2023–2025)

Cuando muchos pensaban que la moda de las memecoins había pasado, llegó Pepe Coin (PEPE) a principios de 2023, demostrando que el espíritu del meme estaba más vivo que nunca.

Basada en el icónico personaje de Internet “Pepe the Frog”, el token nació sin pretensiones técnicas, pero con una comunidad ferozmente activa.
En apenas semanas, su capitalización superó los 1.000 millones de dólares, impulsada por Twitter, Telegram y un ejército de usuarios compartiendo memes a toda hora.

Pero lo más interesante fue lo que representó: la evolución final del fenómeno.
Pepe no necesitaba una narrativa de utilidad ni promesas de metaverso; su valor era puramente cultural y emocional.

La gente compraba PEPE no solo para ganar dinero, sino para ser parte del chiste, del momento, de la historia.
El meme ya no era un accesorio: era el activo.

Y con Pepe Coin, nació una nueva generación de tokens como Dogwifhat (WIF) o Bonk, vinculados a ecosistemas más rápidos como Solana y comunidades más jóvenes, que entienden las criptos como una mezcla de inversión, arte, humor y rebeldía digital.


El poder del meme: de broma a modelo económico

A lo largo de su evolución, las memecoins han demostrado algo que ni los economistas ni los tecnólogos habían previsto:
el valor no siempre nace de la utilidad, sino de la emoción compartida.

Un meme es una unidad de cultura viral; una memecoin, su versión monetizada.
Y aunque muchos las consideran una burbuja, su impacto en la cultura financiera es innegable.

Las memecoins:

  • Democratizaron el acceso a la inversión: cualquiera puede participar, sin grandes conocimientos.
  • Romperion barreras psicológicas: hicieron que el dinero digital fuera divertido, no intimidante.
  • Dieron forma a nuevas comunidades: en foros, redes sociales y metaversos.

En ese sentido, son más que “monedas tontas”: son experimentos sociales con consecuencias reales.


Epílogo: el meme como reflejo de la economía moderna

De Dogecoin a Pepe Coin, la historia de las memecoins es la historia del propio Internet: un lugar donde lo absurdo puede ser valioso, donde una broma puede convertirse en inversión y donde las comunidades definen el mercado más que las instituciones.

Quizá dentro de unos años, muchas de estas monedas desaparezcan. Pero su legado permanecerá:
nos enseñaron que el valor, en la era digital, puede nacer del humor, de la conexión humana y de la cultura compartida.

En un mundo donde las finanzas eran cosa seria, las memecoins trajeron risa, caos y comunidad.
Y, al hacerlo, cambiaron para siempre la forma en que entendemos el dinero.


En resumen: de una broma en Reddit a un fenómeno financiero global, las memecoins son la prueba de que, en Internet, todo puede ser dinero… incluso un meme.

Por Anxo

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